“De verdad, que hoy día de la
Inmaculada, ¿no vas a dedicarle nada en tu blog?”. Es
el email que a las quince treinta y una horas recibo en mi móvil el pasado ocho
de diciembre de dos mil doce. No respondo. No es que no quiera escribir nada en
mi blog. Es que estoy sintiendo que es Ella la que está escribiendo en mi
corazón estos días. Un sacerdote, superior religioso y fundador, aunque esto
último no le gusta nada que se lo recuerde, me ha invitado a pasar estos días,
del seis al nueve de diciembre, junto a él. ¡Qué agradecimiento siento por las
jornadas que me ha regalado! No puedo menos que agradecerle desde aquí su
cariño y generosidad, su falta de temor a que lo vean junto a un proscrito y su
ardiente deseo de hacerme palpar el Amor Misericordioso de Dios y de su Madre
la Virgen.
Nuestro
viaje comienza en Galicia, en un pequeño pueblo entre Pontevedra y Santiago de
Compostela donde se encuentra una comunidad religiosa, un cenáculo en el que
tres hermanas viven, oran y trabajan bajo la presencia materna de la Santísima
Virgen María. Después de compartir mesa con ellas, quienes te hacen sentir
desde el primer momento como miembro pleno de su familia, salimos hacia Toledo,
donde se encuentra la comunidad de sacerdotes y hermanos, cuyo fin es la
santificación de sus miembros por la búsqueda de Dios, siguiendo a Cristo
Sacerdote e imitando las virtudes de la Virgen María. También allí son capaces
de hacerle sentir a uno, no como un forastero o visitante, sino como uno más de
su linaje. ¡Qué enorme satisfacción y alegría encontrarse con personas jóvenes
tan entregadas, maduras, aplomadas, seguras, llenas de ese Amor de Dios del que
no es necesario hablar porque lo llevan escrito en sus ojos! Sí, no es posible
transcribir en palabras lo que se siente al encontrarse con personas enamoradas
que te contagian, como sin querer, su entusiasmo y alegría, su verdadero Amor a
Dios y a la Virgen, que los lleva al testimonio radical de una entrega
absoluta. Si bien es verdad que lo primero que llama la atención es su hábito,
que podría parecer anacrónico en los tiempos en los que vivimos, no menos
cierto es que, enseguida, se descubre que son hombres y mujeres de hoy, del
siglo veintiuno, y que su trato y conversación, lejos de remilgos y
artificialidades, te ayudan a fraternizar desde que los acabas de conocer. Por
eso no sólo nadie escapa de ellos cuando van por la calle sino que, al
contrario, los saludan con afecto y se acercan.
Siempre
había oído hablar de la Misa que los sacerdotes celebraban antes del Concilio
Vaticano II en latín y “de espaldas al
pueblo”. Nunca he asistido a ninguna. Tengo la ocasión, sin embargo, de
participar en la que llaman Misa Tradicional, en latín, y en la que el
sacerdote, al frente del pueblo y cara al Señor, renueva el Sacrificio de
Cristo en la Cruz como oblación al Padre. El rito propio es el uso
extraordinario del Rito Romano, tal como expresa en el artículo 3 del Motu
Proprio Summorum Pontificum el Papa Benedicto XVI. Quieren subrayar
especialmente la contemplación del Misterio de la Cruz como medio que haga
posible identificarse con Cristo entregado. En su carisma está también la
confianza filial en María, en el amor expresado en la vivencia de la esclavitud
mariana conforme a la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort y los
ejemplos del beato Juan Pablo II: Totus
tuus Maria ego sum. ¡Qué distinta se percibe la participación! Se subraya
extraordinariamente en este Rito el carácter mediador del sacerdote, elegido
por Dios, merced a su gracia y no a sus méritos, entre el pueblo y Dios. Un Rito en el que la celebración de la Misa
transcurre de modo pausado invitando a levantar el corazón a Dios y a unirse,
con el sacerdote, a la participación en el Sacrificio Redentor de Cristo.
He
tenido ocasión de comprobar cómo en estas comunidades de hermanas y hermanos se
refleja lo que el Papa Benedicto XVI, en la homilía de la Misa de Nochebuena de
2009, decía: “…si algo en nuestra vida
merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios. Una máxima de la
Regla de San Benito, reza: “No anteponer nada a la obra de Dios (es decir, al
Oficio divino)”. Para los monjes, la liturgia es lo primero. Todo lo demás va
después. Y en lo fundamental, esta frase es válida para cada persona”.
¡Sí!
He tenido el privilegio de convivir con el padre (fundador) de estas
comunidades. Imaginad cómo puede ser si sus hijos e hijas son así. Dejadme que
os diga que aunque conozco a muchos sacerdotes, éste es el segundo al que he
visto llorar por sus hijos, como lo hacen un padre o madre de familia. ¡Cuánto
amor! Un hombre capaz de, en plena Puerta del Sol o Gran Vía madrileña,
abarrotadas de gentes, hacerte sentir único mientras te habla del Amor de Dios
y que parezca que paseas por los claustros de un convento. Hacía muchos años
que nadie me regalaba unos días tan extraordinarios. Y aunque fundador,
respetuoso con los demás carismas, con los diversos caminos que pueblan el mapa
de la iglesia para acercar a los hombres a Dios. Me llevó a visitar, en El
Escorial, el lugar donde dicen que se apareció la Santísima Virgen, Prado
nuevo. Allí me impresionó ver a tantas personas rezando el rosario, al
descampado, en una tarde tan fría y, en especial, a los jóvenes que lo hacían
arrodillados en tierra. También acudimos al Santuario de Schoenstatt, en
Pozuelo de Alarcón. El Padre Fundador de la Obra Internacional de Schoenstatt,
el Siervo de Dios José Kentenich, fue hecho prisionero en Koblenza, y enviado
al campo de concentración de Dachau, ya que obstaculizaba la labor de la
propaganda nazi en los círculos católicos y en la región de Vallendar. Más
tarde sería una medida disciplinaria de la iglesia la que lo apartaría de su
propia Fundación a un exilio prolongado de 14 años en los Estados Unidos. Os
invito, desde aquí, a que visitéis el Santuario en cuanto tengáis ocasión.
Y
perdonadme, ahora, por lo que os refiero a continuación, algo muy íntimo y
personal. Quiere ser mi pequeño granito de arena en honor de la Inmaculada en
mi blog. Quiere ser una reafirmación explícita y pública de mi fe en su actuar
en nuestros días. Debajo de la pequeña capilla del Santuario de Schoenstatt hay
una cripta. Allí me condujo mi acompañante en la visita. Un pequeño cofre de
madera contiene muchas tarjetas, cada una con un mensaje escrito en ella. Me
invitó a coger una advirtiéndome que sería el mensaje de la Virgen para mí. Era
éste: “El Padre celestial no puede
resistirse ante la debilidad conocida y reconocida de su hijo…”. Subimos a
la capilla a rezar ante la imagen de la Virgen. Tengo que reconocer que me
costó contener las lágrimas ante lo que presentí una mirada maternal, una
mirada de Madre que adora a sus hijos, que le recuerda que Ella nunca los
abandona a su suerte aunque todos lo hagan. ¡Sí! Ante Ella cualquiera sigue
sintiéndose hijo de Dios y de la iglesia. ¡Gracias por esta moción especial en
este momento de dolor! ¡Gracias a quien ha hecho posible este acercamiento tan
especial! Y gracias a quienes al leer esta página en mi blog seáis capaces de
suplir lo que mis pobres palabras no son capaces de explicar.
¡Gracias a ti!
ResponderEliminar¿A mí? ¿Por qué? Gracias a quien ha hecho posible este "reencuentro" y a Ella, que siempre espera a sus hijos y los recibe como a tales
ResponderEliminarHe leído con toda atención tu escrito por tu vivencia ante la Virgen, la Madre de Dios y también nuestra. Ella está siempre esperando que nos acerquemos con confianza, porque nunca nos abandonó ni en los momentos más difíciles de nuestra vida. A veces por nuestras deficiencias nos parece que no nos escuchan de lo alto, cuando recibimos los palos gordos de la tierra, que en algunos son demasiado fuertes. Pero Dios sabe mas. Rezo mucho por ti, porque si aprovechas bien el revés de tu vida, te harás muy santo y al final es lo que vale. Los planes del Señor non como los nuestros. "Mis planes no son vuestros planes"..."Mis caminos no son vuestros caminos" Yo sé quien decía, "Hágase, cúmplase tu Voluntad, Señor" Y en el Huerto de los Olivos también el Señor vio todo lo que le venía encima y sudó sangre...y sus amigos se durmieron.
ResponderEliminarLa Virgen María, nuestra Madre, hará llevadera tu carga. Hay mucho por quién ofrecer. Son muchos los que se apartan de Dios. Estamos en el Año de la Fe. El Santo Padre nos pide el esfuerzo de ser luz para los demás.
Te aseguro que tu lámpara está encendida porque estás haciendo reflexionar a muchos. A mi me has hecho mucho bien. Gracias, Delmi, por tu entereza y ese esperar contra toda esperanza. Piensa en los que te encomiendan. A los mejor son más que los que tu piensas. Tu reza por los que te encomiendan y un día verás cuántos son. Un abrazo muy fuerte y que le Virgen esté siempre a tu lado, porque junto a Ella está el Señor.
Muchísimas gracias!!! Lo cierto es que de Ella nunca he dudado. Es verdad que esperar contra toda esperanza es muy difícil. También lo es que los amigos se queden dormidos, si bien es cierto que cuando despiertan le dan a uno enorme alegría. Sigue rezando por mí, yo no dejo de hacerlo por quienes me encomiendan y, también, por quienes no lo hacen e incluso por mis enemigos (que sé que los tengo). Un abrazo y que Ella interceda por todos.
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