A las 12:00 he celebrado la Misa
y me acerco a la biblioteca para ver si hay algún periódico. El más reciente es
de 19 de marzo. Un funcionario, amigo de dos profesores del instituto en el que
impartía clases, ha venido a presentarse y a ofrecerse para lo que me pueda
hacer falta.
Me
siento sudoroso y mareado. Creo que tengo algo de fiebre. Al ver tanta gente en
el pasillo esperando para entrar a la celebración de la Misa dominical, me he
puesto nervioso y me he sentido incómodo. Es mi cuarta jornada aquí. No me
acostumbro al ambiente. Me siento francamente mal. Domine, ut videam!
De regreso a
Enfermería solicito autorización para telefonear. En un primer momento la
funcionaria me deja hacerlo pero, sólo unos segundos después, me advierte que
todavía no ha llegado la respuesta a mi instancia y debo colgar.
Estoy
pendiente de las noticias en la TVG. Nada sobre la manifestación de apoyo.
Sigo sin
apetito y sin comer. Ofrezco el ayuno al Señor. Me han enseñado que la penitencia
y el ayuno le son gratos aunque, por momentos, dudo ya que se fije en mí o que
me tenga en cuenta.
El día se ha
oscurecido, llueve y tengo frío. Aún no me han dado una manta. Ayer no avisaron
por megafonía para el reparto de medicación y hoy nos llaman a las 13:30. Después
me tumbo sobre la cama pero no logro conciliar el sueño. El tiempo parece
haberse detenido. Hoy, al menos, todavía no he llorado. Mi interno de apoyo sigue distanciado de mí,
no sé qué es lo que realmente piensa. Por las noches se muestra más cercano
pero de día apenas habla. Estoy deseando que me trasladen a una celda en la que
pueda estar solo.
A las 17:50
estoy solo. Debí quedarme dormido y me despiertan las gaviotas. ¡Qué tristeza!
Esta mañana alguien me señalaba al pasar. Utilizaba un tono irónico, como si se
alegrara de verme entre rejas y, a pesar de conocerme, no se dirigió a mí para
saludarme. Este mundo en miniatura guarda incontables secretos para mí. Presiento
que en esta ocasión podré descubrir muchos y que la decepción va a ser
tremenda. De momento me dejan andar un
poco a mi aire, sin que apenas nadie se meta conmigo, pero tengo la sensación
de que no será por mucho tiempo. Algo me dice que mi situación aquí pronto va a
cambiar. Poner buena cara, callar, escuchar…es lo que trato de hacer. Mi
desahogo es éste, escribir. Mi bolígrafo y mi papel son mis únicos confidentes,
los partícipes de mis sensaciones personales, de mi visión sobre este mundo que
me parecía conocer un poco y que desconozco por completo.
21:00 Noticia
del Telexornal de la TVG: “más de 500 expedientes disciplinarios en
los institutos de ESO. Los profesores pierden autoridad y es el colectivo que
sufre más bajas por depresión. Alumnos cada día más conflictivos por tener que
estar obligatoriamente escolarizados hasta los 16 años”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario