Hay quienes tienen de la cárcel la única visión que el cine, las novelas o los medios de comunicación, de forma sesgada, nos trasladan. La siguiente entrevista a un interno por parte de un grupo de universitarios que visitó durante algunos días la cárcel de A Lama creo que puede dar respuestas muy aproximadas a lo que era esa prisión antes de que se pusiera en marcha la experiencia de los módulos convivenciales
1.- ¿Cuánto tiempo llevas en
la prisión de A Lama?
Desde
el 20 de marzo de 2.003, poco más de dos años. En el 2.001 estuve dos meses en
prisión preventiva. Pero si me permitís un matiz os diré que el tiempo en
prisión no corre del mismo modo que en libertad y un año aquí parece un siglo.
2.- ¿Ha cambiado tu visión inicial de la cárcel desde que
estás dentro? ¿Crees que la gente tiene una idea errónea de lo que son
realmente las cárceles y la vida en ellas? ¿Por qué? ¿Qué consecuencias trae
esto?
Mi visión
sobre la cárcel ha cambiado de modo radical. Cuando vivía en libertad tenía la
idea que la literatura y el cine suelen ofrecer. Había visitado una vez a
alguien en una prisión pero una visita no es un modo objetivo de conocer la
cárcel. Cuando ingresé venía muy asustado, necesité de tratamiento médico. Son
muchos los internos que necesitan PPS –protocolo de suicidio- con un régimen de
acompañamiento especial y un tratamiento de ansiolíticos, antidepresivos e
hipnóticos.
Se
suele pensar en la cárcel como un lugar en el que se concentra toda la maldad
de la sociedad y, en concreto, los “malos”, los delincuentes, esos que no
merecen más que un castigo ejemplar por haber infringido la ley y
desestabilizado la paz social. Yo tenía la idea de que aquí no iba a encontrar
más que problemas y a gente que para nada valiese la pena.
Hoy
soy consciente de que el preso, el delincuente, es una persona, tiene corazón,
siente y padece por verse privado de libertad con todo lo que esto significa
–apartado de la familia y de la sociedad, sin un trabajo y sin un futuro claro,
estigmatizado ante los demás,...-, en muchas ocasiones sufre por el daño que ha
hecho a terceros y el que se ha hecho a sí mismo. A veces no es más que otra víctima, y no un verdugo,
como suele pensarse.
Considero
que es importante caer en la cuenta de que entre los presos no todos son
narcotraficantes, homicidas, atracadores, violadores, maltratadores,
terroristas,... los hay que cumplen condena por el impago de una multa o por no
haber acatado una medida cautelar. Por haber incluso los hay injustamente
condenados siendo inocentes. Como la medicina también la justicia comete
errores. Todos, hayan hecho lo que hayan hecho, conviene no olvidarlo, son
personas.
En
general creo que hay un desconocimiento enorme de las cárceles. Sigue siendo, a
mi parecer, un tema tabú entre la sociedad. Por otro lado, los medios de
comunicación suelen convertirlas en noticia cuando sucede algo horrible –un
preso que ha huido o cometido un delito durante una salida, un ajuste de
cuentas o la aplicación de la llamada “ley de la cárcel” a un violador, un
lugar donde los terroristas traman nuevos atentados,... – o cuando los
funcionarios reclaman más personal y seguridad ante la avalancha de población
penitenciaria.
Suele
haber un sentir general de que las cárceles deben ser lugar de castigo y los
presos deben cumplir penas largas íntegras. Hubo quien comentó que no se
debería descontar el tiempo durante el que los presos duermen. Se ha suprimido
en la práctica la redención de penas por el trabajo y actividades realizadas y
se restringen los permisos ordinarios de salida. Suele verse al preso como
alguien peligroso, malo por naturaleza o enfermo, a quien solamente la vida de
dureza extrema le puede servir de escarmiento.
3.- A grandes rasgos, ¿cómo es un día en prisión y cómo
afecta este ritmo de vida a los internos?
La mayor parte del tiempo para un interno clasificado en segundo grado –la mayoría- transcurre en la celda –desde las 20 ó 20:30 horas a las 8:30 y desde las 14:00 a las 16:30-. Las celdas son de unos 8 m2 y en la práctica las habitamos dos presos.
De 8:30 a
14:00 y de 16:30 a 20:00 horas la distribución del tiempo –aparte del desayuno,
comida y cena, para todos a la misma hora- dependerá de si un interno tiene o
no un destino o actividad asignadas. Para la gran mayoría este tiempo
transcurre en el patio del módulo, la sala de día, el gimnasio y la sala de
lecturas. Se suele “ocupar” jugando a las cartas, machacándose en el gimnasio,
leyendo o escribiendo, charlando, “comiendo” patio de lado a lado,...
Quienes tienen
destino realizan durante ese tiempo las tareas encomendadas: talleres, cocina,
lavandería, economatos, biblioteca, polideportivo, limpieza, vestuario,...
Otros participan en cursos ocupacionales o de formación: taller de cantería,
pintura de edificios, cestería, ofimática, manualidades, encuadernación,
marroquinería, biblioteca, monitor deportivo,... También se imparten clases de la ESO y BACH entre las
9:30 y las 13:00 horas. Asisten alrededor de 150 alumnos. Los menos, unos 15 en
toda la prisión, están matriculados en la UNED.
Cada semana
hay dos salidas de hora y media al polideportivo y se puede recibir una visita
por locutorios de 45 minutos. Una vez al mes se concede un vis á vis familiar
de 2 horas y uno íntimo para quien tiene pareja.
En general la
mayor parte del tiempo en prisión está desocupado y es poco o nada útil para la
mayoría lo que genera muchas tensiones personales y conflictos entre los
internos. El consumo de estupefacientes o fármacos suele ser un recurso fácil y
extendido para “ayudar” a consumir las horas.
4.- ¿Crees que la labor educativa en prisión (talleres,
escuela) es suficiente y adecuada? ¿Qué cambiarías? ¿Qué actuaciones crees más
necesarias?
La labor
educativa y ocupacional emplea -creo que siendo optimista- en la práctica a un
tercio de la población penitenciaria. Está claro que es insuficiente.
Los
criterios que se utilizan los conoce la institución –educadores, psicólogos,
asistente- pero los presos apenas conocemos bien cuáles se siguen. Lo ordinario
sería tener en cuenta el tiempo de prisión que se lleva cumplido, si se es
preventivo o condenado, si la cuantía de la condena es larga, el tipo de delito
por el que se cumple la pena, la profesión o formación que tiene el preso, su
situación económica –si tiene o no ayudas desde el exterior-,...
Considero
que sería urgente un trato individualizado y personal, además de continuado,
entre los funcionarios destinados para ello –educadores, psicólogos,
trabajadores sociales,... - y los internos. En mis dos años largos de
permanencia en prisión hablé en dos ocasiones con la psicóloga y otras dos con
la trabajadora social. La primera vez después de transcurrido un año. No se
trata de un caso aislado, suele sucederle a la mayoría de mis compañeros.
Sería
importantísimo que todo preso tuviese una ocupación: laboral, educativa o
formativa, de tratamiento –programas de rehabilitación y reinserción-
especializado en aquellos casos en que sea necesario -desintoxicación, valores,
comportamentales,... -.
5.- ¿Cómo calificarías las instalaciones (módulos,
lugares comunes, etc.)? ¿Por qué? ¿Crees que son adecuados para la labor
reeducativa de la cárcel?
La
infraestructura carcelaria en general es pésima. Hay lugares comunes, como el
sociocultural –polideportivo, escuela, capilla, biblioteca, piscina, salón de
actos-, y otros de uso restringido pero de utilidad común -como la cocina, la
lavandería, la panadería- muy bien dotados. El problema es que su utilización
es muy restringida por problemas obvios de exceso de población y por cuestiones
de seguridad. Sin embargo los módulos, el lugar en el que diariamente y durante
más horas hemos de estar, adolecen de unas adecuadas instalaciones.
Las celdas son pequeñas y con
materiales de ínfima calidad. No hay más que una litera metálica sujeta a la
pared, un par de sillas de plástico, lavabo, ducha y letrina divididos por un
tabique a media altura y unas mesas y estantes de obra para la ropa y enseres
personales. El aislamiento es malo y se nota en exceso el frío o calor y la
humedad.
La sala de día es relativamente
amplia y acristalada –con las rejas correspondientes-. Hay unos aseos a los que
puede accederse, el economato y un televisor. Está entre el comedor y el patio.
Su mobiliario se restringe a mesas y sillas de plástico y tres bancos de hierro
y madera. Cuando llueve todos los internos han de estar en ella. El ambiente
suele ser demasiado cargado y muy ruidoso. Alrededor de 100 internos en una
misma sala.
La sala de lectura, al otro
lado del patio y frente al módulo, está poco dotada y en su mayoría de revistas
que los mismos internos han donado. Hay una pizarra y altas mesas y taburetes
de madera. Contigua a esta sala está la de cursos para distintos talleres
ocupacionales y formativos.
El gimnasio modular consta de
lo más elemental: banco de abdominales, pesas, espalderas. Tiene duchas
comunes.
No me parecen en absoluto
adecuadas ni por la calidad de los materiales ni por la distribución de las
instalaciones. Imposible escuchar el televisor si todo son gritos de timbas al
lado. Imposible concentrarse para leer o estudiar si el patio está al lado y un
taller de manualidades en la sala contigua a la de lectura.
6.- ¿Conoces las iniciativas con drogodependientes y
enfermos crónicos y terminales en prisión? ¿Consideras que reciben la atención
necesaria? ¿Qué actuaciones crees necesarias en este sentido?
Con toda
la crudeza y con igual realismo considero que no reciben en absoluto la
atención necesaria los enfermos crónicos y terminales –que los hay- y los
drogodependientes. He tenido la desgracia de ver morir a algunos compañeros, la
mayor parte por sobredosis.
Existe en
prisión un módulo especial para los enfermos donde se ubican los servicios de
consultas, farmacia y celdas para crónicos y terminales. Cada vez hay más
enfermos por problemas mentales derivados del consumo de drogas. Los hay con
cáncer, problemas cardíacos o de riñón. Recuerdo a un interno a quien se le
tenía que hacer diálisis conectado la mayor parte del tiempo a la máquina.
Algunos son mayores y padecen los típicos trastornos de la vejez. Recuerdo a
uno enajenado que no controlaba sus esfínteres y a quien había que poner
pañales, ducharlo y proporcionarle todo tipo de cuidados –lo hacía otro
interno-. No todos los enfermos están en este módulo. Baste como dato pensar en
los portadores de VIH y en quienes padecen el SIDA, dispersos por los diversos
módulos. Pienso también en un joven que está saliendo a diario a sesiones de
radio y quimioterapia desde el módulo hasta un hospital de Vigo.
Sé que
hubo alguna iniciativa respecto a prevención de drogas pero que no dio los
resultados esperados.
No logro
comprender que algunos enfermos o toxicómanos estén en una cárcel. ¿No debería
pensar la sociedad en otra alternativa distinta a la prisión?
7.- ¿Crees que la prisión consigue reinsertar y
reeducar a los internos? ¿Por qué? ¿Qué cambios o actuaciones crees que serían
más convenientes para esta labor?
No, en
absoluto. Creo que la cárcel a lo que más ayuda es a que el delincuente
“perfeccione” sus métodos, haga nuevos contactos, contraiga los vicios que
todavía no tenía, genere ánimo de venganza, se aísle todavía más de la sociedad
aumentando su desarraigo familiar, laboral, de amistades,... No digo que todos
los presos caigan en esto pero las excepciones son pocas y se deben más a lo
que el propio interno reflexiona y decide que a las hipotéticas ayudas
recibidas.
No creo
que la privación de libertad, menos aun en las condiciones actuales en las que
se vive en prisión, sean la solución a los problemas de inseguridad ciudadana y
de delincuencia. Deberían articularse otro tipo de medidas, penas alternativas
a la prisión como trabajos sociales, terapias, programas... Algún juez de
menores ha ensayado con éxito esta medida. La alternativa no puede ser la de un
castigo y mucho menos la de una venganza de la sociedad a quien ha infringido
sus normas. El deber de aplicar la justicia y garantizar los derechos de los
ciudadanos y el orden público no debería ser contrario a la atención al preso y
a su rehabilitación.
Si parece
inalcanzable el objetivo de penas alternativas a la prisión que busquen una
verdadera reeducación y rehabilitación sin desvincular de la sociedad ni privar
de libertad total a quien delinque, me conformaría con que se llevasen a la
práctica las normas que se establecen en el Reglamento Penitenciario y no que
quedaran en papel mojado y tan subjetivamente aplicadas.
Te felicito por este blog.
ResponderEliminarMuchas gracias, espero que sirva de ayuda a alguien lo que en él se publica
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